miércoles, 28 de noviembre de 2012

Iluminación didáctica para perros



 La oscuridad hace llorar al niño Jesús. Y a este también.

Hace unos días nos enseñó Javier Aguirre que nos es lo mismo alumbrar que iluminar. Debemos aprender a iluminar. Ser conscientes de lo que es iluminar y la trascendencia de la iluminación en el trabajo de la composición de la escena, de las texturas de sus elementos compositivos y esas cosas en las que está bien pensar antes de llegar a postproducción y ver que se te cae el mundo encima.
En Txakurka hemos puesto en práctica algunos de los conocimientos asimilados en el pasado seminario de iluminación, tales como; la importancia de la buena aplicación del esquema del triángulo de iluminación o, en su defecto, de la jerarquía de la colocación de las fuentes de iluminación.

Por ejemplo, pongamos el caso -con el que nos hemos encontrado- que tenemos que ubicar a nuestro testimonio estrella del documental en un espacio que nos tiene que evocar un despacho. Un despacho cálido, con libros de edición costosa y figurillas de colección, de un tipo con inclinaciones artísticas y no un cubículo deprimente de fabricación en serie con un cactus como máximo exponente decorativo. Y, por las condiciones del espacio disponible, nuestro protagonista entrevistado se tiene que situar sentado en una silla entre una mesa grande de madera robusta y un biombo blanco que viene a cumplir la función de tapar –para embellecer- el fondo de la pared real del lugar de grabación. A la derecha y un poco detrás de nuestro entrevistado, frontal a la cámara, hay un flexo de pie en el suelo que queda por encima de la cabeza del sujeto sentado. La distancia entre el sujeto y el fondo del biombo es bastante reducida.

Empezamos por aprovechar la luz del flexo en vez de plantear la colocación de una luz principal adicional. Bien. No desfigura el rostro de nuestro entrevistado. En principio deberíamos encontrarnos con que se da poco efecto de profundidad, y es así, por eso aprovechamos el flexo de detrás del entrevistado; para separar el sujeto del fondo. Pero como contamos con que el biombo no está colocado como una superficie plana sino más bien angulada, eso resulta en una sombra que proyecta la cabeza y tronco del sujeto sobre el último pliegue del biombo (a su izquierda, nuestra derecha si estamos tras la cámara). Sigamos. TENEMOS UNA SOMBRA. ¡¡TENEMOS UNA SOMBRA!! ¿La eliminamos? No podemos trabajar sólo con la luz del flexo, nos deja un contraste un poco feo en algunas áreas del encuadre. Pensamos en difusores y reflectores. Probamos. Nos decidimos por colocar en el extremo opuesto del eje de iluminación del flexo un foco de cuarzo orientado hacia el pliegue del biombo dónde se proyecta nuestra temida sombra. Le damos al dimmer, que no queremos dejar ciego a nadie. Como la superficie del biombo es blanca va a actuar como reflector de la luz también, así que matamos dos pájaros de un tiro; se diluye la sombra y se suaviza el contraste tan duro que había en el resto de elementos del encuadre.

Sin embargo conseguimos una imagen que no resulta plana, sino un ambiente cálido y íntimo; objetivo conseguido.


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